El Oso Pardo es un mamífero plantígrado, es decir, que no necesita de las cuatro patas para desplazarse. Es robusto y puede llegar a alcanzar los 200 kilos de peso. Tiene el pelaje de color marrón y es una de las ocho especies de osos que existen en el mundo. Su cabeza es más bien pequeña en proporción a su cuerpo, sus ojos también lo son y, por contra, tiene grandes zarpas. Del hocico a la cola, puede llegar a alcanzar los dos metros.
Sus singularidades
Tiene muy desarrollado el olfato y también el tacto, y casi nada la vista. Puede llegar a vivir hasta 25 años y cada primavera muda de pelaje. Le gusta mucho la miel y es verdad que cuando olfatea un hormiguero no se resiste: lo escarba y allí deja su huella, algo que se puede volver en su contra, ya que esta huella se convierte en una pista para los cazadores furtivos que le persiguen.
El Oso Pardo tiene sus preferencias. Los expertos consideran que es un animal solitario, que se desplaza con facilidad y no duerme siempre en un lugar, es decir, se caracteriza por ser nómada, excepto durante su periodo de hibernación. Aún así, este mamífero si tiene algo claro: le gustan los bosques de montaña y las áreas rocosas donde hay muchos matorrales. Lo que no es habitual es verle en zonas descubiertas. Camina con la mirada baja cuando lo hace tranquilo, pero tiene mucha fuerza y, aunque puede pesar hasta 200 kilos, se desplaza a gran velocidad por todas partes, también subiendo las montañas. Tiene mucha fuerza, y suele esconderse de la presencia humana. Al Oso Pardo se le ve, sobre todo, por parajes asturianos, aunque León, Cantabria y Lugo también son lugares que ha elegido para vivir. En Asturias, se ha detectado la presencia masiva de este mamífero en Cangas del Narcea, Degaña, Somiedo y Belmonte de Miranda. Los especialistas también afirman que habita, aunque con menor incidencia, en los concejos, en Proaza, Allande, Ibias, Tineo, Salas, Quirós, Teverga, Lena, Grado, Santo Adriano, Yernes y Tameza.
Es un animal omnívoro, aunque su preferencia es la materia vegetal. Durante el verano y otoño se nutre de frutos silvestres y también de raíces y otros turbérculos que encuentra en sus paseos por los bosques. Para comer estos últimos, desentierra con sus propias garras las hierbas y se queda con las raíces, que se lleva directamente a la boca. Es el Oso Pardo un gran comedor de arándanos y, en ocasiones, se alimenta de insectos. Los expertos han comprobado que le gusta pastar por los prados durante las primeras horas de la mañana y las últimas de la tarde, pero es difícil verle porque es un animal esquivo. Durante el día prefiere descansar.
Sus costumbres
En invierno este animal suele guarecerse en oseras, como se le llama a su improvisada casa. Es el único momento del año en el que decide dónde van a quedarse. Al periodo en el que están aislados se le llama hibernación. Suele elegir cuevas y allí construye su nido a base de ramas. En el interior de estos lugares elegidos por el Oso Pardo tiene lugar el parto de la hembra. Las crías se llaman oseznos y pesan muy poco al nacer, entre 350 y 400 gramos. Necesitan un mes para abrir los ojos y dos para caminar. Toda la familia suele salir de su particular osera en mayo, con la llegada de la primavera. Entonces, los oseznos no se separan de la madre y no lo harán hasta haber pasado, al menos, 16 meses.
Con el paso de los años los osos pardos son cada vez menos. Ello se debe, entre otras cosas, a la acción del hombre. La caza furtiva, la colocación de cepos en los parajes por los que transita y la utilización de venenos. En la actualidad, se estima que sólo hay en torno a 130 ejemplares. También el estado de su hábitat, del lugar donde elige vivir, le afecta.
Las acciones para lograr que este mamífero no desaparezca se iniciaron en 1952. Ahora, si alguien mata a un oso se le multa con el pago de 300.000 euros.
¿Sabías qué...? Una historia para recordar
Paca y Tola son las osas más conocidas en Asturias. Alguien mató a su madre siendo ellas unas crías y el Fondo para la Protección de los Animales Salvajes (Fapas) se encargó de cuidarlas cuando las descubrió. Los miembros de este colectivo les dieron el biberón ante la ausencia de su madre y estas osas con nombre propio se han convertido en el símbolo de la lucha de Asturias porque esta especie en peligro de extinción no desaparezca. Paca y Tola están muy acostumbradas a la presencia humana y los expertos han aconsejado que se les acondicione un espacio para que puedan vivir como lo harían si su madre no hubiese muerto y su vida como osas se hubiese desarrollado con normalidad. Ahora, viven en Santo Adriano, en un cercado osero que Paca y Tola estrenaron en mayo de 1996. Antes las osas estuvieron en Llanes, Vic (Barcelona) y el Hosquillo (Cuenca). Si quieres verlas sin riesgos puedes acudir a la parte baja del cercado osero del Monte Fernanchin que está debidamente adecuado para evitar accidentes. Debes ir sobre las doce del mediodía, cuando Paca y Tola reciben su ración diaria de comida, salvo durante el periodo de hibernación.
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