jueves, 13 de junio de 2013

ÁGUILA IMPERIAL IBÉRICA



Biología:

El águila imperial ibérica es endémica de nuestra península, es decir, tan solo vive en esta parte del mundo. Se trata de una especie perfectamente adaptada a las condiciones del monte mediterráneo.


Características físicas:

Es un águila grande que llega a los dos metros y a los 4 kilos de peso. Armada de un fuerte pico y potentes garras, adaptadas a la captura de animales no mayores de una liebre, tiene los tarsos enteramente cubiertos de plumas. El plumaje adulto es de color oscuro, pero presenta unas distintivas manchas blancas en el borde anterior de las alas y en la parte superior de los hombros que permiten identificarla en sus dominios sin demasiada dificultad. En la edad adulta podríamos confundirla, por tamaño y plumaje, con la más abundante águila real, pero ésta carece de tan llamativas y contrastadas plumas.



Reproducción:

Tras un espectacular ritual de cortejo y emparejamiento, en el que se suceden las acrobacias y los reclamos, las hembras ponen entre 1 y 4 huevos en un gran nido situado en la copa de alguna vieja encina o alcornoque.
Tras 45 días de incubación nacen los polluelos.

Hábitat:

Nidifica principalmente en zonas boscosas del monte mediterráneo, lo más alejada posible de la presencia del hombre. Se trata de formaciones más o menos densas de encinas y alcornoques, acompañadas de un matorral compuesto entre otras especies por acebuches, madroños, jaras, labiérnagos, tomillos o espliegos.
En este hábitat conviven con la imperial un gran número de especies de gran relevancia como el buitre negro, la cigüeña negra o el lince ibérico, junto a otras más comunes como conejos, ciervos, alcaudones y abejarucos, constituyendo uno de los ecosistemas conocidos más ricos en biodiversidad.

Dónde caza:

Para cazar utiliza zonas más abiertas, al igual que lo hace en las llamadas áreas de dispersión. Éstas son zonas de estancia y alimentación de águilas jóvenes y coinciden con los lugares de España donde el conejo es más abundante.

Alimentación:

Es una especialista en la captura de conejos, de manera que sólo vive allí donde este lagomorfo alcanza cierta abundancia. El tamaño de sus garras y otras adaptaciones hacen que este mamífero sea su presa ideal lo que, unido a su histórica gran abundancia, ha hecho que esta especie haya constituido su tradicional y básica fuente de alimentación. Si puede elegir cazará ejemplares enfermos o disminuidos, contribuyendo así a mantener saneadas las poblaciones de su presa. Incluso puede comer animales muertos, si bien sus hábitos carroñeros son más frecuentes en las etapas juveniles.
Además y de manera complementaria, puede cazar otras especies como perdices, liebres, palomas, anátidas, córvidos o lagartos.

Situación poblacional:

El águila imperial ibérica es una de las aves más escasas del mundo.
La población actual es una mínima parte de la que existió en épocas pasadas, cuando se distribuía ampliamente por toda la Península Ibérica y el Norte de África. Hoy, salvo dos parejas de reciente instalación en Portugal sólo vive en el cuadrante suroccidental de España. El pequeño tamaño de la población hace que el riesgo de desaparición de esta especie sea muy alto por lo que en todos los catálogos de especies amenazadas, nacionales e internacionales, está considerada ”En Peligro de Extinción”.

De momento se salva…

En la actualidad, esta rapaz se distribuye por cinco Comunidades Autónomas (Andalucía, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Extremadura y Madrid) localizándose en las mejores áreas de monte mediterráneo, normalmente ligadas a las zonas de sierras o a determinados enclaves con abundante bosques y alta densidad de conejo.
Gracias a las medidas de conservación y a numerosas acciones emprendidas por Administraciones, entidades conservacionistas y particulares, en las cuatro últimas décadas, la población ha crecido de las 50 parejas existentes a principios de los años 70 a las cerca de 230 de hoy. La vigilancia de los lugares de reproducción, la modificación de una parte de los tendidos eléctricos peligrosos, la alimentación suplementaria a parejas con bajos recursos tróficos o los convenios entre Administraciones, ONG y propietarios para la conservación y mejora del hábitat de la especie, son sólo algunas iniciativas que ayudan a explicar la espectacular mejora poblacional en la especie. No obstante, algo más de dos centenares de parejas reproductoras es un tamaño de población todavía demasiado bajo, por lo que la especie sigue en serio peligro de desaparición.

No se salva ni en Doñana ni en el Valle del Tiétar:

Existen dos zonas, Doñana (Huelva, Sevilla y Cádiz) y el Valle del Tiétar (Toledo, Ávila), donde la población se ha reducido notablemente. En la zona del Tiétar, a finales de 1980, existían 10 parejas reproductoras; hoy tan sólo subsiste una. Ésta se encuentra en el lado abulense, puesto que hace poco ha desaparecido en la vertiente toledana. En Doñana la población reproductora ha disminuido de las 15 parejas de 1990 a las 8 actuales.
Son ejemplos de cómo los envenenamientos han mermado enormemente la supervivencia adulta, que en condiciones naturales es alta y mantiene la población estable. En este tipo de áreas es urgente establecer vigilancia continuada sobre el uso de cebos envenenados, así como medidas de sensibilización y de custodia del territorio para evitar la desaparición de ejemplares adultos, sin las que será muy difícil garantizar la recuperación de la población.


Amenazas: venenos:

Los cebos envenenados se utilizan ilegalmente, sobre todo en algunos cotos de caza menor, para eliminar especies como el zorro que, teóricamente, compiten con los cazadores porque se alimentan en parte de perdices y conejos. Además de ilegal se trata de una práctica absurda y contraproducente que tiene múltiples efectos devastadores sobre el medio ambiente.
El veneno mata no sólo a zorros, sino a toda clase de animales carnívoros o carroñeros, eliminando a muchas especies que contribuyen a mantener saneado el campo porque se alimentan de animales enfermos o de cadáveres, evitando en ambos casos la propagación de enfermedades.

Amenazas: tendidos:

Las amplias zonas rurales de nuestro país están atravesadas por numerosos tendidos eléctricos de distinto tipo que llevan la energía a pueblos, fincas, granjas e instalaciones.
Las imperiales, al igual que otras grandes águilas como la real o el águila-azor perdicera, acuden a cazar a zonas abiertas donde hay muchos conejos. En numerosas ocasiones, sobre todo los jóvenes, cazan desde posaderos, desde los que caen sobre sus presas. Lo más frecuente es que empleen como lanzadera los postes de los tendidos, puesto que son los elementos más sobresalientes del paisaje. Esto supone un grave riesgo para estas especies de gran tamaño, especialmente si los cables del tendido se sitúan (como se ve en el dibujo) en la parte superior del poste, ya que es fácil que el animal toque en dos puntos a la vez recibiendo así una descarga mortal.

Amenazas: falta de conejos

El conejo de monte siempre fue una especie muy abundante en la Península Ibérica, de donde es originario.
Sin embargo, a partir de 1954 disminuyó drásticamente debido a una enfermedad introducida por el hombre: la mixomatosis. A partir de 1980, cuando las poblaciones del lagomorfo se empezaban a recuperar con lentitud, apareció una nueva epidemia vírica ocasionada por la enfermedad hemorrágica.
La combinación de ambas enfermedades ha significado la desaparición del conejo de muchas zonas de nuestro país. Los expertos calculan que en determinadas áreas han podido desaparecer entre el 70 y el 90% de los conejos que existían hace 50 años.
Su desaparición supuso también el declive de la imperial, al igual que ocurrió con el lince, otra especie que domina la captura de este pequeño mamífero. La escasez de conejos es actualmente la principal dificultad para la recuperación del águila imperial ibérica en muchas zonas de la península.

Otras amenazas:

La intensificación de la agricultura ha cambiado el paisaje de nuestros campos, reduciendo la variedad de ambientes y disminuyendo la disponibilidad de alimento y refugio de muchas de las especies que sirven de sustento al águila imperial.
Por ejemplo, el uso de insecticidas y herbicidas disminuye la disponibilidad de insectos de los quese alimentan muchas aves, como la perdiz roja.
Por otra parte, la intensificación de la caza ha significado, por un lado, un aumento en la densidad de ciervos y otros grandes herbívoros, que compiten por el pasto con el conejo y, por otro, un mayor control de los depredadores, con el consiguiente aumento del riesgo de mortalidad para las águilas imperiales.
Finalmente, la destrucción del hábitat por culpa del urbanismo salvaje y de la construcción de infraestructuras está reduciendo las áreas donde el águila puede refugiarse.

Futuro:

Tras varios años de incertidumbre, el futuro para esta singular y única especie parece más positivo. Sin embargo, es necesario seguir trabajando para, entre todos, conservar su hábitat, incrementar sus poblaciones y, sobre todo, para mejorar la percepción que tenemos de esta ave rapaz, que debe ser motivo de orgullo y satisfacción.

Beneficios:

La presencia de ejemplares de águila imperial en una determinada área supone distintos beneficios para la misma. Su existencia significa que estamos en una zona que se mantiene en las mejores condiciones y que presenta un adecuado equilibrio ecológico.

Además es beneficiosa para la caza. De hecho, su presencia no significa la disminución de la población de conejos, sino todo lo contrario: esta rapaz captura con preferencia individuos enfermos o disminuidos, contribuyendo a evitar la propagación de epidemias; igualmente, mantiene a raya las poblaciones de otros predadores a los que puede dar caza, como las crías de zorro.

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