El armadillo gigante es el mayor armadillo viviente. Tiene
una longitud entre la cabeza y la cola de 150 cm a 160 cm,
de los cuales aproximadamente 50 cm corresponden a la cola
y pesa 60 kg aproximadamente .
Al
igual que el resto de los armadillos, se caracteriza por tener
una armadura ósea que le cubre el dorso y los costados
que, a pesar de su aparente rigidez, en realidad resulta ser
una estructura bastante flexible.
Su
caparazón conjuntivo está formado por placas
rígidas yuxtapuestas, enlazadas en la región
central del dorso por unas fajas semicirculares que no están
soldadas entre sí (cíngulos). El caparazón
de los armadillos representa, por su extrema dureza, una excelente
defensa contra sus predadores. En la parte media dorsal, estas
piezas adquieren la suficiente movilidad para permitir el
arrollamiento y extensión de su cuerpo. Gracias a este
dispositivo pueden transformarse en una masa redonda y acorazada,
en uno de cuyos polos guarda la cabeza, protegida a su vez,
por las mismas defensas generales del cuerpo.
Su
coloración es amarillenta en los flancos y más
parda en lo dorsal. Las manos poseen largas uñas de
hasta 20 cm de longitud. Su cola llega a medir 50 cm, y al
igual que las patas están revestidas de pequeñas
placas. El hocico es pronunciado. Las orejas y el escudete
cefálico son notables pero no muy grandes. Las patas
son fuertes y musculosas. Los pies poseen uñas en cada
uno de los dedos. Carece de pelos.
Posee
de 18 a 24 pequeños dientes por cada mandíbula,
y su lengua posee glándulas mandibulares especiales,
con la función de segregar una sustancia viscosa que,
al cubrir la superficie de la lengua, facilita la captura
de insectos.
Los sentidos no están muy desarrollados en este animal,
a excepción del olfato, que es especialmente agudo
y tiene un importante papel en la detección de las
presas. Al ser un dasipódido, carece de papilas gustativas
en la superficie de la lengua, por lo que al parecer no aprecia
los sabores. La vista también es imperfecta y, como
la mayoría de los mamíferos, estos animales
no perciben los colores por carecer de conos en la retina,
pero es un hecho que no tiene demasiada importancia en los
animales de costumbres nocturnas.
DISTRIBUCIÓN
Y HÁBITAT
Priodontes
maximus es de distribución amplia a nivel suramericano.
Se extiende al este de Los Andes desde el norte de Colombia,
Venezuela y las Guayanas, hasta el norte de Argentina, abarcando
la cuenca del río Amazonas (Wetzel 1982, Eisenberg
1989, Emmons 1990). Tolera una gran variedad de hábitats
que incluye desde sabanas hasta bosques húmedos siempre
verdes (Eisenberg 1989).
Probablemente
en el pasado la especie habitaba zonas de sabana, donde ha
sufrido extinciones locales al no contar con refugios para
huir de los cazadores (Emmons 1990).
Los armadillos gigantes viven en cuevas construidas con las
poderosas garras de sus miembros anteriores.
COMPORTAMIENTO
De
hábitos casi solitarios, se le puede encontrar solamente
acompañado cuando se encuentra en pareja.
Los
armadillos gigantes son de costumbres nocturnas y durante
el día se retiran a descansar en el interior de sus
madrigueras o plegándose sobre sí mismos.
REPRODUCCIÓN
Llegan
a la madurez sexual entre los 9 a los 12 meses. La procreación
es de una a dos crías y se gesta aproximadamente en
cuatro meses.
DIETA
Los
armadillos gigantes son insectívoros especializados
que consumen preferiblemente hormigas y termitas coloniales,
aunque también se alimentan de larvas de otros artrópodos
e insectos en general. (Mondolfi 1971b, Barreto et al. 1985,
Gremone et al. 1986, Eisenberg 1989).
Utilizan
las garras de sus extremidades delanteras para buscar su alimento,
desenterrando larvas de insectos, bulbos y tubérculos,
donde las plantas almacenan reservas, o abriendo los hormigueros
y termiteros para capturar sus habitantes. La captura de los
insectos se ve facilitada por las glándulas mandibulares
que segregan una sustancia viscosa que recubre la lengua.
DEPREDADORES
Protegido
por su dura coraza y gran tamaño, el armadillo gigante
se convierte en inexpugnable para la mayoría de los
predadores, excepto para el hombre, que lo persigue sin ningún
control, utilizando su coraza con fines decorativos y aprovechando
su carne.